domingo, 1 de febrero de 2009

Nación, si. Nacionalismo, no

El concepto de nación es un valor que, como todo valor, puede ser usado para unir o para todo lo contrario. Nos encontramos en la primera situación cuando creamos y reproducimos, sin imposiciones, símbolos comunes, para compartirlos con toda una comunidad. De esta manera, las personas pertenecientes a la citada nación resultan en una mayor cohesión, de la que se benefician porque les hace menos vulnerables social, civil y económicamente. Habrá ciudadanos que se sumen al estimulo y lectura que se les propone desde el concepto de nación. Otros no. Pero lo fundamental es que habrán podido elegir. Habrá dialogo entre el creador del símbolo y el receptor del mismo y ambos tendrán ocasión de aquilatarlo, modificarlo o transformarlo en un intercambio lento a lo largo del tiempo.

Sin embargo, cuando la palabra nación deviene nacionalismo es porque símbolos, conceptos, ceremonias y actos se imponen mediante coacción militar, económica o de estatus. Es entonces, cuando el nacionalismo se transforma en categoría suprema, por encima de cualquier otra jerarquía, cuando el concepto ordena nuestra conducta y supedita y subordina todas las demás categorías sociales, civiles, religiosas, económicas y culturales. Es en este punto, cuando el dialogo, al que hacia mención anteriormente, se torna monologo por un tiempo. Tan solo a la larga, la contestación es inevitable.

Un ejemplo de las consecuencias nefastas de la tendencia del nacionalismo a priorizar categorías es bastante conocido. Se observa cuando un conservador o un progresista establecen prioridades entre las diferentes facetas de su identidad. Se interpreta a si mismo como catalán, antes que como demócrata, en lugar de hacer convivir ambos aspectos. Sin embargo, si ambas facetas comparten un espacio equivalente es más fácil que puedan ser usadas de acuerdo con ‘su moral’, que es la coherencia con el particular y singular concepto de cada una de ellas en el momento de su aplicación. De lo contrario, cuando una categoría se supedita a otra ‘de partida’, el resultado es que el ‘ser catalán’ siempre será utilizado como instrumento para beneficiar y proporcionar ventaja al sujeto en situación de poder real, que apela e impone, en el subordinado, su concepto principal de ser catalán. Y ya conocemos las aberraciones a que esto puede dar lugar, dada la natural tendencia del ser humano a actuar sólo por interés.

Por eso, es necesario que las categorías conceptuales en las que nos movemos respondan a su propia coherencia y valores. Solo así, recuperando la moral de cada concepto puede el sujeto atender a una disciplina mayor, que le ayude a consumar su tendencia al abuso de poder. Llegado este momento, los sujetos en liza solo podrán hacer valer la coherencia del concepto en base a las reglas del juego que la amalgama de su cultura haya establecido y no a las que el ‘ismo’ de turno imponga. No es un sistema perfecto, ninguna cultura lo es, pero es más democrático. Por eso, me inclino por preservar y fortalecer libremente el concepto de nación en su utilidad aglutinadora. De esta manera, evitamos poner en marcha el potencial disgregador que toda tensión de poder genera. Imponer un concepto de nación y transformarlo en ‘nacionalismo’ resulta altamente desaconsejable, como hemos podido observar en todas aquellas comunidades autónomas donde la política ha dado en convertirse en un régimen que ha destrozado la convivencia y ha enterrado las libertades individuales.

Pilar Gª Jauregui

1 comentario:

Manel Galiot dijo...

Si, el que vosté diga, pero vos quan ataqueu el nacionalisme esteu atacant a Catalunya i als catalans i no digau que no que ens coneixem.
El problema és que os apropieu de termes com llibertat i democràcia i quan s'os ataca sortiu cridant libertad i coses semblants com si nosaltres fòrem uns dictadors, no teniu un argument millor ? És penós que cada vegada que volem defensar a Catalunya s'ens anomeni catalon-fascistas i no treiau arguments solvents. Si la idea de l'estat federal os fa venir arcades de és culpa meva, però la realitat és que encara estem lluny d'això i vosaltres ja veniu diguent que España es partirà i que no se quines coses. Segons la gent de UPyD i el PP, España s'havia d'haver disgragat ara farà 2 anys... Les vostres teories de tocar la sensibiliat patriòtica d'alguns espanyols ja les va fer servir un home farà 70 per assassinar a centenars de milers de ciutadans, molts d'ells tant sols per defensar la nostra llengua i la nostra cultura o una societat sense classes.