lunes, 30 de junio de 2008

BIEN POR EL MANIFIESTO, PERO QUE NO SEA EL ULTIMIO EMPEÑO

Corrían los tempos de la transición y todos los demócratas sinceros y hasta los conversos estaban de acuerdo en restañar en sus derechos al pueblo catalán lo que el franquismo les había mermado. ¿Os acordáis del clamor?
¡ Llibertat, amnistía i estatut d’autonomia ¡. En todos los foros políticos y mediáticos se postulaba por el reconocimiento y protección del catalán para que esta lengua se nivelara con el español sin ninguna discriminación, y así se hizo. La Constitución, por último, recogió el exteriorizado anhelo.

Cuando se reconocen los derechos de las personas no es predicable exigir un agradecimiento del recipiendario, pues este no recibe una gracia, sino obtiene lo que ciertamente le corresponde. Nadie reclama de los catalanes un agradecimiento por lo que la Constitución estatuyó, pues las libertades y los derechos fundamentales nos los dimos colectivamente todos los ciudadanos y así lo ratificamos al respaldar la carta magna.

No quiero su agradecimiento, pero tampoco quiero padecer su desdén y su desprecio que se manifiesta devolviendo cobre a cambio de oro. Repudio el ostracismo legal e institucional impuesto al uso de una lengua que es vehicular para la gran mayoría de los que vivimos en el territorio catalán. Repudio asimismo, que para reducir el uso del español se usen métodos torticeros, como el famoso “al menos en catalán”, que esconde la voluntad no manifestada de disuadir por economía del uso de la otra lengua cooficial . Repudio también el mensaje subliminal contenido en la discriminación grafica impuesta en la carteleria, que reduce significativamente el tamaño del mensaje en lengua española con respecto a la catalana siempre en mayor tamaño, pretendiendo sintetizar con el resalte su mayor categoría. Me revuelvo contra los establecimientos comerciales que sumisamente han desterrado el español en sus mensajes publicitarios, como si ya hubieran concluido que todos sus clientes se expresan en catalán. Me revoluciono cuando solo se traducen al español los avisos conminatorios del pago de tributos u otras obligaciones ciudadanas como la de no enmerdar la playa.

Dicen los que mandan en Madrid que en Cataluña no existe ningún conflicto lingüístico, que los derechos de opción lingüística están garantizados. Que se den una vueltecita por universidades, ayuntamientos, juzgados o cualquier otra dependencia administrativa y comprobarán que tal aserto solo se sustenta en el sectarismo político. Cataluña es lingüísticamente territorio hostil para los hispano hablantes y cada día lo es un poco más, pues a quien nos corresponde su defensa no ponemos en ella el empeño y la decisión necesaria, Me parece bien el manifiesto, pero, no estaría demás se generaran otras iniciativas.

Fernando Blazquez

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